domingo, 21 de agosto de 2011

Sudáfrica en el día de hoy



Lo que se ha conseguido es reinventar clases sociales. Hay una incipiente clase media negra/mestiza y una incipiente clase blanca pobre. Muchos blancos están emigrando a otros países por la falta legal de oportunidades. Sin embargo, el proceso de cambio es muy lento y es fácil de entender con sólo pasear con el coche por muchas localidades. La perfecta ciudad de casas victorianas de los blancos está aún rodeada de miles de casas miserables donde viven los negros y mestizos hacinados. Hay mejoras, pero queda mucho por hacer.
La unión social parece lejana. Hay siempre una tensa calma. Las distintas razas viven juntas pero sin mezclarse (algo más en las generaciones más jóvenes). Las parejas mixtas son una quimera. El último escollo racial está afectando a los negros inmigrantes de otros países, que son rechazados violentamente por la población local que ve en ellos una amenaza a sus puestos de trabajo. «Éste es un país racista de todos contra todos», denuncian los ahora perseguidos y hasta hace poco 'hermanos africanos'.
En Kwla Zulu Natal sigue habiendo heridas abiertas entre las huestes del viejo líder de Inkatha, Buthelezi, y el CNA. «Quieren venir a amenazarnos a nuestra tierra», declaraba Buthelezi antes de las elecciones locales de mayo de 2011. Se refería a las juventudes del CNA, que pretendían manifestarse ante la misma casa del viejo líder para enseñar que ahora ellos tienen el poder y que no olvidan. La respuesta fue volver a ver a zulúes armados avisando de que allí no entrarían. Imágenes que recordaban a las pesadillas del pasado. No pasó nada, no hubo choques.
Veinte años después de caer la última ley del Apartheid, Sudáfrica da razones a optimistas y negativos para dibujar su futuro. Quizá el país del arcoíris que bautizó el obispo Desmond Tutu sea un imposible. Quizá éste sea el nuevo Zimbabue, liderado por las revolucionarias juventudes del CNA que declaran abiertamente su intención de nacionalizar minas y granjas. Pero quizá no. Quizá el mandato de Mandela de vivir en paz sea inamovible (lo será al menos mientras él viva). Quizá la invariable mejora de su macroeconomía haga que germine el proyecto en el que negros, mestizos y blancos vivan juntos años después de acabar uno de los regímenes más atroces que ha inventado el ser humano. Ya lo advirtió Mandela entonces: «Pasarán muchos años para superar los efectos de estas leyes racistas».